Cuando empecé mi carrera hacia el éxito como tapicero, los primeros contratos que firmé eran de formación, esto implicaba que de las ocho horas de la jornada normal, dos eran de teórica. Por aquel entonces había que establecer unas horas determinadas de estudio para no contradecirse en caso de una inesperada inspección de trabajo. En lo más profundo de un cajón de la mesa del jefe, teníamos los libros que supuestamente debíamos repasar en compañía del empresario, como es de imaginar lo del estudio quedaba siempre en un segundo plano… o en un tercero, ya que como más y mejor se aprende es con la práctica de ocho horas diarias reglamentarias más dos extras y las cinco o seis de los sábados por la mañana, que tenían el aliciente de que el jefe te pagaba el almuerzo en un bar y cobrabas por piezas, es decir, que cuanto antes acababas, antes te ibas de vermú a gastarte la remuneración económica del destajo con los compañeros de fatiga y que normalmente se alargaban hasta la hora de la merienda, que también la hacías en compañía de los rezagados.
Un sinfín de recuerdos de aquellos momentos álgidos de la vida que forman parte de mi persona, esos amigos que por el paso del tiempo y cambios de empresa, al menos por mi parte, distanciaron sus vidas tanto en lo personal como en lo profesional. Quiero mandar un saludo con abrazo a todos aquellos que todavía procesan ese amor a su trabajo que sólo un tapicero de verdad comprende y a los que ya no ejercen pues también, que los recuerdos son los mismos, aunque alguno se haya hecho ministro, que lo dudo.
Mención especial a Roberto, excelente trabajador cualificado y mejor persona y que cada dos bisiestos, como poco, nos encontramos sin querer. Las risas y las putadas que nos hacíamos, forjaron una amistad de esas en las que después de varios años sin verte, retomas el roce en automático. Ahora nos dejamos escritos en el muro del feisbuc… y es que semos más modernos que pa’qué.
Retomando el tema inicial, quiero dejar constancia de lo que podría haber sido uno de esos libros de teórica que, después de tantos años, por fin he conseguido leer. Con toda seguridad, os puedo asegurar que cualquiera le puede encontrar utilidad a esta joya que encontré merodeando por la interneteca. A tomar nota:
Un saludo.
Hola Tapestry,
ResponderEliminarQué alegría volver a tener noticias tuyas!!!
Y aquí estamos otra vez, aguantando el chaparrón, que a todos nos ha tocado un poco.
No sé si has vuelto a retomar la tapicería o te has ido por otros derroteros. Pero sea cuál sea tu nuevo status, me alegra poder volver a dirigirte nuestros comentarios.
Es una maravilla este libro que has puesto a disposición de todos. Es muy generoso por tu parte, ya que estas joyas muchas veces se guardan como un tesoro propio. Si no te sabe mal, tomaremos notas de muchas cosas que se explican en él.
Bueno, lo dicho. Nos seguimos escribiendo y leyendo por este mundo blogguero
Un fuerte abrazo
Lila's girls
Hola Lila's Girls ;)
EliminarLas alegrías son mutuas, después de tanto tiempo alejado del ordenador, gratifica saber que aún seguís los mismos por ahí.
En cuanto al tema laboral, aquí explico los por menores de mi situación actual, para qué os voy a contar...
Celebro que os resulte interesante el documento de la restauración de muebles, es una joyita de la que sacar buen partido... y podéis tomar las notas que queráis, que para eso sirve, jeje...
Aunque con lentitud pasmosa, va asomando el ramalazo blogguero, así que nos seguiremos "viendo" por estos lares.
Muchas gracias por vuestra visita y hasta que queráis ;)
Un saludo, Tapestry.