¿Qué has hecho este fin de semana?. No sé si serás de emociones fuertes o un jovenzano vital ávido de experiencias contundentes, yo no soy ni de uno ni de otro, sino todo lo contrario. Me gusta pasar los fines de semana en relativa calma acompañado de los hijos y la esposa, que por cierto, le tocaba currar. No me van las aventuras (con lo que yo he sido!), ni las sorpresas inesperadas y tener un relativo control de lo que me acontece. Así pues, detrás del Viernes llega el Sábado con sus cosas de Sábado y luego el Domingo, día que toca ir a por churros para desayunar, repasar los deberes o los estudios de los más queridos del hogar y recoger un poco la casa antes de comer, luego un semireposo y a esperar el Lunes de marras mientras busco algo que contar en La Sinapsis, busco fotos, videos y algo de inspiración y así voy cumpliendo años con sus pequeñas cosas de por medio.
Toca el despertador a las 6:30, casi siempre lo apago de primeras y si no, del primer codazo de la que me aguanta. Llego al baño donde me aseo y visto, una vez en la cocina me preparo un café doble de los de quince bares de presión mientras caliento la leche y luego me pongo tibio de desayunar, es la comida con la que más disfruto junto con la media baguette que me cruzo para almorzar, de ahí al ascensor y de éste al garaje cruzándome con el portero, cruzamos los buenos días con comentario gracioso y rápido me sumerjo en el Scénic, vuelta de llave y M80 (forever) hace su presencia en los altavoces, conduzco durante diez minutos hasta la plaza de parking en la puerta del taller y de nuevo cruzo unos buenos días, esta vez con las costureras que queman tabaco antes de empezar la sentada frente a la máquina de coser. Tras el umbral y de bruces, la máquina de fichar, cruzo la corredera y el embalaje, ya en la entrada al taller saludos varios con los cafeteros que comentan el finde o weekend y más adentro con el resto de compañeros que cogen temperatura al lado de la calefacción. Tomo posesión de mi banqueta alta, gentileza de la dirección en atención a mis vértebras, me enfundo la codera y la muñequera y espero el estruendoso bocinazo de salida.
Una vez que se hace la luz del fluorescente, enchufo el arradio y M80 (forever) hace acto de presencia a mi derecha, giro la testuz a mi izquierda y veo que José Luis no ocupa su tablero:
- Éste, seguro que ha dormido con el culo al aire y ha “pillao” un pasmo.
… pensé de primeras, de segundas deduje que no se había quedado dormido por su historial impoluto como trabajador, y comienzo la vida normal de un Lunes cualquiera.
Ya bien entrada la mañana, llegan vagas noticias desde la oficina:
- José Luis se ha caído y se ha fastidiado una vértebra.
Menuda jodienda, enseguida pensamos que cogiendo membrillos o desde un andamio en su casa de campo se había pegado una culada y las lumbares que tiene operadas dos veces se habían desparramado una tercera, si con veinte años es una lesión importante, con sesenta y cuatro, ni te cuento. La preocupación generalizada de los compañeros, instó a una llamada a su teléfono móvil que fue atendida por uno de sus hijos, tras la cual, la empresa entera quedó enmudecida.
El próximo siete de Julio cumple sesenta y cinco años y aunque él no lo quiera admitir, se jubilará con honores después de haber tenido una próspera tapicería durante años y que un día dejó de serlo. Es uno de esos trabajadores de la vieja escuela que son rocosos, duros de pelar y que once horas al día no le impiden dedicarse a trabajar los fines de semana. Ni una falta de asistencia en los años que lleva en la empresa, su personalidad afable y de carácter, su alegría contagiosa, sus cantes que entre risas yo intentaba acallar ofreciéndole chicles, los diálogos inteligentes… pero no de los de leer, sino los que delatan las vivencias intensas de un hombre con mundo y que tanto pueden enseñar al que quiera aprender. Todo ello hace de este compañero una persona con mayúsculas que levanta aprecios y amigos allá donde vaya.
Bueno, con un nudo en la garganta os cuento que no ha sido desde ningún andamio, ni cogiendo membrillos, ni han sido las lumbares. Una bajada de tensión le provocó un desmayo en el cuarto de baño fracturándose el cuello. Una vértebra cervical desecha le insensibilizó las piernas, no sabemos si la médula está sesgada o si “sólo” fue aplastada, consciente pudo advertir a la familia, en primera instancia, y a las asistencias médicas de la situación evitando así una manipulación que podría haber sido fatal.
No quiere que de momento vaya nadie a verle, está clavado a un aparato que mantiene las vértebras estiradas en total inmovilidad mientras esperan evolución, tras la cual será intervenido quirúrgicamente con la única certeza de que no se sabe el resultado de tan delicada operación.
Desde aquí y con el corazón en un puño, quiero desearte lo mejor, que salgas triunfante de ésta de la que espero sólo sea una zancadilla y que tengas suerte y paciencia para el duro camino que te queda por lidiar después de la cirugía.
Un abrazo de corazón compañero… y sin embargo, amigo.
Hola.
ResponderEliminarTengo que comentaros que a día de hoy, el compañero goza de una salud envidiable y que reposa la operación en su casa. Sorprendentemente, incluso para los médicos que lo han tratado, y dada la lesión, la evolución antes, durante y después de la operación ha sido impresionante. Digo yo que será la casta y la madera con la que uno este hecho.
Cuídate José Luis.