Hace unos cuantos años se estilaba tener un salón para las visitas que se mantenía cerrado a cal y canto para preservar su aspecto impoluto y otro para gastarlo de diario que solía ser de menor tamaño, nunca lo entendí demasiado ya que siempre he pensado que la sala de estar, era para eso precisamente, para estar y, como todo en esta vida, debería servir para hacer nuestro paso por el mundo más cómodo y llevadero. Hoy por hoy, ni los metros cuadrados ni la forma de vida nos lo permiten, por lo que pasamos la mayor parte del tiempo en el salón, o sala grande, con todo lo que conlleva o supone.
A ver quien le dice a sus hijos y a sus amiguitos, en la fiesta de su sexto cumpleaños, que se queden sentaditos en el sofá sin hacer estropicios, o que tengan cuidado al comerse los sangüiches de Nocilla y los ganchitos, o que se coman la tarta de chocolate sentados en la silla… vamos, una tarea casi imposible si no utilizas arneses de seguridad siquiátrica.
No son sólo las fechorías de los más pequeños las que pueden dejar “etiquetado” el sofá o las sillas, ¿quién no se llevado el sangüich vegetal al salón para seguir algún film?, ¿quién no ha pasado alguna noche en el sofá?, ¿quién no ha resbalado con el mono patín, ha volado varios metros alcanzando la lámpara haciéndose una cuquera y se ha golpeado la barbilla contra la mesita, rebotando inexorablemente contra el suelo y se ha visto desprovisto de una pieza de la dentición en el segundo bote, salpicando de sangre los bajos del sofá?. Creo que todos hemos pecado alguna vez de echarle un lamparón a la tela de notre chaise longue… pero no hay que desesperarse, antes de mandar el sofá a re tapizar, se pueden emplear diversas técnicas según lamparillazo.
Además de los productos químicos expuestos, contamos con la sabiduría popular o remedios de la abuela, en el mismo porcentaje de remedios y abuelas, así que mentaré unos pocos que ya conoceréis y otros que no, o al revés, o todo lo contrario:
Antes que nada quiero dejar constancia de que no he aplicado personalmente todos los remedios citados en los enlaces, más que nada por que no lo he necesitado, y que si lo hacéis, como previo paso en cualquiera de ellos, os aconsejo encarecidamente y por el bien de vuestras posesiones, que escojáis un rincón que no sea visible para probar antes de que pueda salir dañada la tela en cuestión.
A tener en cuenta es el tipo de mancha, el dónde y el cuándo, quiero decir con esto, que las manchas orgánicas tienen que limpiarse rápidamente… y las menos orgánicas también, para que no cojan en el tejido. Exceptuando casos, generalmente trataremos la mancha en frío:
- Las tintas de base acuosa (témperas, acuarelas, etc…): Estas manchas deben remojarse primero con agua fría para disolverlas y luego frotarlas con un poco de detergente neutro, o de cocina. De todas formas lo aconsejable es pintar cuadros alejado del sofá.
- Las tintas de base con solvente: Es preferible utilizar unas gotas de fluido para encendedores (bencina) diluido con agua, frotando circular y suavemente hasta que desaparezcan y una vez seco el solvente, lavar la tela con algún jabón común para quitar el olor. En ambos casos lo que si hago, una vez aplicado el remedio, es espolvorear polvos de talco sin presionarlo para que haga de secante y absorba la humedad y los restos que puedan quedar de la sustancia a limpiar, pasado un tiempo prudencial, soplamos y cepillamos para quitar restos de talco. Si estás en casa, sería de considerar el uso de aspiradora por la nebulosa que montarías en el salón y posterior pose de talco en el mobiliario y encolerizamiento de la esposa.
- Las manchas de grasa, en mi caso provenientes de de la herramienta y dependiendo del tipo de tela, generalmente les aplico una mezcla de alcohol, a falta de amoniaco, rebajado con agua fría. Como norma, se aplica en círculos concéntricos, polvos de talco como secante y aire para secar cualquier humedad. Éste es el mismo remedio que empleo con la tinta de bolígrafo cuando no tengo el zippo a mano.
- Las manchas de sangre siempre las he quitado con agua oxigenada y con cuidado, ya que puede decolorar la tela o dejar cercos si no se anda con tiento. Estas manchas suelen ser más frecuentes de lo que uno quisiera, puesto que cualquier pinchazo insignificante nos hace recordar nuestra condición de humano mortal.
Como último recado, os recuerdo el famoso dicho popular: “No es más limpio el que más limpia, sino el que menos mancha”. Así que aplícate el cuento.
Un saludo.
Una entrada genial Tapestry e instructiva..., pero deja entrever un serio problema..., el de la educación de los niños. Yo siempre recuerdo haber comido en la mesa, sentado con el culete en el asiento, centrado y con las piernas una al lado de la otra..., no con las piernas echas un nudo y con media nalga encima de ellas..., y jamás recuerdo haber saltado sofre el sofá..., quizás porque el sofá era para sentarse, o eso me dijeron mis padres. Si a un niño de "ahora" no le dices que los sofás son para sentarse hará encima de ellos de todo.
ResponderEliminarUn abrazo colega.
Hola Bicipalo.
ResponderEliminarTienes razón en cuanto a la educación postural, es tan necesaria como vital. A mí, incluso en el colegio, también me daban los sabios consejos para el cuidado de las vértebras y que me han valido para engendrar una espondiolistésis lista para quirófano después de acarrear sofases y horas infinitas en la banqueta... es lo que tiene no haber nacido Borbón, supongo.
En referencia a los infantes, tengo que decirte que son un banco de pruebas estupendo :D y la verdad, no me importa que salten y jueguen en el sofá, ya tendrán días para anclarse y hacerse mayores, ya sabes: "Día que pasa, día que no vuelve" y la educación no está reñida con la diversión. Yo, si pudiera, también estaría dando brincos de continuo, como cuando era joven.
Creo que los sofás han nacido para hacer encima de ellos de todo... lo que nos dejen ;D
Un saludo y Feliz Año.