Operación de estética.

Hola.

Un punto de obligada explicación de la elaboración del mueble tapizado, es la restauración. Aconsejados por el profesional tapicero, sabremos si merece la pena o no conservar el esqueleto del sofá, ya sea por ser de buen material y/o manufactura, o por las posibilidades de poder cambiar algún aspecto estético y/o funcional. Lo primero que deberíamos saber es cuando ha llegado el momento de cambiar de look a nuestro sofá y los motivos pueden ser cuasi ilimitados:

• La gomaespuma de los asientos, han perdido su resistencia o densidad y parece que nos fuese a engullir.
• Después de años alojando nuestras posaderas, la tela lleva más roces que la esposa de uno en época de celo.
• Un polvo amarillento que presagia la desintegración sin omisión.
• Es que ya no pega con la decoración del salón o simplemente es que ya me aburre… y me lo puedo permitir.
• La dulce mascota que parece idiota y ha dejado la tela rota.
• El sofá en cuestión lleva más años en la familia que el abuelo.

En definitiva, el deterioro es tal que ya te ha fracturado la espina dorsal, haciendo ésta la excusa perfecta para embarcarse en una operación de estética, por lo que bien podríamos asemejar al tapicero con un cirujano plástico… por la similitud de concordancias más que por el sueldo.

Hay que dejar claro que la restauración bien hecha, no debiera diferir en el precio de un sofá nuevo más que en la diferencia de precio de un esqueleto sin estrenar y las dos horas de ardua labor que cuesta desclavar la infinidad de grapas que sujetan cinchetas, gomas y telas, puesto que los materiales a utilizar debieran ser los mismos, ya que el sofá a restaurar se queda desnudo y empiezas desde cero.

Una vez que tenemos el esqueleto “pelao” y reforzado, procedemos al cinchado del asiento una vez que nos hallamos cerciorado de que soportará la tensión de las cinchas elásticas, no sería la primera vez que del tirón se cruja el frente por culpa del deterioro de la madera.

Según sea el trabajo a realizar, emplearemos distintas técnicas, cinchados y acabados, esto en buena parte depende del buen hacer del tapicero que, previa consulta al cliente, le dará su toque personal.

Para asegurar la vida de la goma espuma, pondremos una tela cualquiera que sirva de base y evite el contacto directo con las cinchas que, con el tiempo, acaba por cortarla. La goma a usar será de distinta densidad según se utilice para asientos, brazos o respaldos, para los almohadones el procedimiento es el mismo dependiendo de la “sentada” que queramos proporcionarle: Desde el bloque de goma envuelto en guata (material este, parecido al algodón, que provee al bloque de goma de un tacto suave y esponjoso, siendo lo más típico y/o usual), pasando por los añadidos de distinto grosor de una capa de viscolástica, tan de moda hoy en día y que suple ese tacto suave al tacto de la guata con creces, aunque no descarta su uso ya que la guata se amolda al almohadón cosido llenándolo hasta los rincones más inaccesibles, o los asientos de pluma mezclada con micro fibras, de todas formas, más adelante me gustaría explicar todo esto con pruebas y señales, que el asunto lo merece.

En el siguiente video podemos ver otra forma de hacerlo distinta de la que estamos acostumbrados por aquí, o que yo haya visto, aunque los pasos a seguir no difieren lo más mínimo, ya se sabe: “… cada maestrillo, tiene su librillo”.

Bueno, que sirvan estos videos como representación de una buena restauración, aunque por videos no será, que he descubierto infinidad de ellos y me los estoy empapuzando todos. Qué sepáis que sufro de deformación profesional o es que me gusta mucho lo que hago y ya me ha echado la bronca la esposa por no desconectar ni en Noche Buena… por cierto, hablando de restauraciones, tened cuidado con el atracón de comida que se avecina y que paséis una feliz Navidad.

Un saludo.