Reciclando tejados.

Hola.

Lo prometido es deuda, ya comenté lo ocupado que andaba haciendo no sé qué en mis ratos libres posmeridianos durante el mes de Julio y que os lo haría saber a su debido tiempo. Un presente para el Amigo del vermú de diez horas y que era algo que me picaba en el ego desde hacía un tiempo.

Ya sabía de la elaboración de escudos heráldicos sobre tejas gracias al arte de mi cuñada, que imparte clases de manualidades y tiene unas cuantas en su haber… y como soy un picajoso, decidí pintar un par de ellas sin saber del todo donde me metía. Meticuloso y escudriñador donde los haya, me embarqué, bajo sus sabios consejos, en el reciclado de tejados, o mejor dicho, en el aprovechamiento de las tejas.

Me armé de valor e hice acopio de materiales: pinceles, papel de calco, acrílicas y barniz, afortunadamente sin apenas desembolso, ya que tenía casi de todo de trabajitos anteriores. Así que gracias a internet y unas cuantas horas de búsqueda, conseguí unas decenas de imágenes de las cuales unas pocas fueron seleccionadas para formar parte de la obra de arte y que tuve que “trastear” con Photoshop para adecuarlas a lo que llevaba en mente:

• Mediante el Word monté y compuse el dibujo y los posibles colores del que sería el dibujo final.
• Sobre una ligera capa de tapa poros, calqué el dibujo sobre la teja.
• Armándome con un  pincel de pelos de ardilla roja y pintura acrílica negra, tocaba repasar lo calcado. Aquí me di cuenta de que la presbicia se ha adueñado de mi visión milimétrica que tanto me había servido para mis dibujos a plumilla… ¡¡cuan jodido es hacerse mayor!!…aunque más jodido es no llegar.
• Con los colores ya predispuestos, tocaba el relleno del contorno y el acabado añejo a base de patina…
• … y barniz para evitar deterioros precoces
• Una cuerda de pita teñida con betún, anudada en sus extremos, harían de soporte para colgar de la pared.

Bueno, la teórica está servida pero ya se sabe que una imagen bla, bla… :

Bueno, así gasto mis ratos ociosos, aunque mucho mérito radica en las manos laboriosas de mi cuñada, que supo plasmar lo que yo tenía discurrido y que me evitó unos cientos de horas de pintado. Seguramente yo aún estaría haciendo conjeturas de como mezclar colores y pintando lo que ella adelantó en una tarde… la verdad es que verla manejar el pincel casi me abre las úlceras de la envidia ;)  … muchas gracias “gatilla”.

Un saludo.